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Un soplo de brisa fresca

ANTONIA ALVAREZ: Una gran poeta, una gran mujer...

ANTONIA ALVAREZ: Una gran poeta, una gran mujer...

Breves notas biográficas

Antonia H. Álvarez Álvarez nació un día en Babia (León) de cuya fecha no quiere ni acordarse.
Pronto fijó su residencia en algún lugar de Asturias y desde entonces la tierra asturiana la acoge con el mismo cariño que ella la profesa como su patria chica en donde se siente, sobre todo, asturiana de corazón.

Esta estupenda poetisa asturiana -que es como ella desea ser conocida-, estudió en Salamanca y Oviedo filología románica, carrera de la que obtuvo la licenciatura.
El impulso literario y su amor por la poesía, lo lleva dentro desde siempre pero afloró al papel en fecha muy reciente; ello no fue obstáculo para alcanzar el segundo premio en el concurso «Bellido Dolfos» organizado por el Ayuntamiento de Zamora.

Antonia es profesora de enseñanza secundaria y ella se tiene por una aprendiz de poeta; pero en realidad, en muy poco tiempo se ha convertido (quizá lo fue siempre, sin saberlo) en una gran poeta de primera categoría. Su fino lirismo, sus bellas imágenes, sus mejores y más sublimes sentimientos, los va vertiendo en cada uno de los versos de sus poesías, como haría el gran músico al componer una bonita sinfonía para esos boleros de los que ella es una gran enamorada.

Breves apuntes biográficos:

Esta poeta asturiana dispone de todos los requisitos para ser considerada una de las grandes poetas actuales de habla hispana, a la altura —seguramente— de su admirada y malograda Alfonsina. Cuando utiliza el soneto endecasílabo como cajita de nácar en donde encerrar sus anhelos, sus pensamientos más íntimos, sus nostálgicas vivencias, lo hace de una manera sincera, bellísima, magistral.

No se quedan atrás los diferentes romances de arte menor y mayor, en los que expresa con alto lirismo esas ensoñaciones tan verosímiles, que contagian a todo buen lector y le hace cómplice de sus relatos contados con realismo en donde Antonia desnuda su alma tras los visillos de este bellísimo arte. También el verso largo, el verso alejandrino, es un incomparable recipiente para contener toda la poesía que ella sabe desgranar con un cuidado y elevado estilo.

Difícil es describir toda la riqueza que encierran los bellos versos de esta gran poeta y amiga. Como homenaje merecido, pasemos a disfrutar de sus poemas…

DE LLORAR

De llorar a reír hay sólo un paso,
un paso nada más, sólo un suspiro,
y de amar a matar sólo un recodo,
de nacer a morir, sólo un latido,
de mirar a ser ciego, ni un segundo,
de tener a dejar, sólo un quejido,
de querer a poder, sólo un mal sueño,
de gozar a sufrir, un "sinsentido",
de saber a ignorar, un tramo estrecho,
de vivir a olvidar...,
sólo el olvido.


ABRAZO

Dormitaré en la noche profunda de tu beso,
tras haber traspasado los últimos confines,
agotadas las horas, quebrados del exceso,
ahítos del aroma de todos los jardines...

Cayó así entre mis brazos tu piel, tu paz, tu peso,
y cogimos estrellas creando balancines:
en el fuego quemamos hasta el último hueso
como una llamarada de voz y de violines.

Te estrellaste en mi carne con ansia suicida,
para habitar sin miedo el cálido regazo,
llenándome la boca de versos sin medida.

Nos hicimos eternos amantes de un abrazo,
mordiéndonos la muerte en íntimo arañazo,
para anegar, amando, los cauces de la vida.

Antonia Alvarez


DESBANDADA

Se les fugó el cariño en desbandada
de golondrinas ciegas, sin destino;
tuvieron nido ayer, y en el camino
detuvieron el paso y la mirada.

Ayer un nido, sí, la misma almohada,
los mismos gestos bajo el mismo lino;
hoy ya ni un solo beso mortecino,
ni una tibia caricia enamorada.

¿Por qué te vas, amor?, ¿por qué te fuiste?
Si pudiera arrancar, ¡si yo pudiera!
todo el dolor que traspasamos juntos...

Es el tiempo que juega, terco y triste,
es el tiempo que busca, ¡ay!, primavera
entre un eterno cielo de difuntos.


BOLERO 3

Me invitaste a bailar. Cerré los ojos.
En la música lenta de un bolero,
despacito, trazamos un sendero
de corazones con latidos rojos.

Descorrimos del alma los cerrojos
lanzándola a volar hacia un lucero;
yo me dejé llevar, y en un "te quiero"
diste la vuelta entera a mis antojos.

Yo apoyada en tu hombro, melodía:
"La hiedra", "Piel canela", "La distancia",
susurraste al oído, yo soñando;

(o soñamos los dos); fuera llovía,
y se daba la extraña circunstancia
de no estar juntos y seguir bailando.

LORQUIANA

El sol desangra los montes
con cuchilladas de grana,
y otra Soledad Montoya,
-tan de Lorca y tan gitana-
con las trenzas por el suelo
y el duelo sobre la almohada,
va buscando claridades
en los balcones del alma.
Hiere la espiga las eras,
las fuentes secan el agua,
las primaveras se amustian
y se anochecen las albas.
En los surcos caen los versos
nacientes de las palabras.
Por los ojos, olas negras
entre arrecifes de plata,
y entre las manos el hueco
de alondras en desbandada.
¡Ay Soledad!, que te pierdes...
no tienes puerto ni amarras.
¡Ay Soledad!, ¿qué ilusiones
buscaste, que no encontrabas?
La noche clava en el cielo
sus espuelas estrelladas,
y sigue la luna, luna
llorando las madrugadas,
y escondiendo entre las nubes
la palidez de su cara.
Trenza el silencio las sombras
con sus manecitas blancas,
y se retiran las risas
hacia el desván de las lágrimas.
Sigue Soledad buscando
el sol entre las nostalgias,
con la hiel entre los labios
y el dolor en las entrañas.
¡Deja ya la pena negra!
¡Deja de arañar las ansias!
Que no puedes encontrarte,
que en las vides se desgranan,
antes que puedas cogerlas,
las uvas, ensangrentadas.
Soledad, sólo la noche
puede encontrar la mañana,
sólo los mares profundos
vuelven el agua salada.
Sólo el corazón endulza,
Soledad..., tu boca amarga.

AQUELLOS VERSOS

Esconderás los versos aquellos que me hiciste,
entre unos libros viejos, donde nadie los lea,
y alguna tarde de ésas en que estés algo triste,
volverás a buscarlos sin que nadie te vea.

Quizá vuelvas a verme entre líneas borrosas,
y te nuble el recuerdo, sin querer, la mirada,
y revivas palabras encendidas y hermosas
antes de que me dejes para siempre olvidada.

Recordarás el tiempo, intenso pero breve,
en que quizá quisiste soñar que me querías;
ya sabes, al verano le sucede la nieve,
y al momento que muere, el rodar de los días.

Cuando leas los versos, cuando mires la foto
amarilla del tiempo, volverá la añoranza
de todo ese pasado que sin querer se ha roto
porque venció la ausencia y falló la esperanza.

AUSENCIA

Cuando te tuve más, más te perdía,
y ahora que ya te vas, te estoy ganando:
encadenado estás, te estoy atando
a mi reja de ayer y celosía.
Aún tu palabra es bálsamo y porfía,
y luz y mar, y afán de cómo y cuándo
has de llegar, amor; vamos remando
a avizorar la misma fantasía.
Los besos que soñamos, ¿no los sientes?,
las manos que extendimos, ¿no las tocas?,
la mirada que abrimos, ¿no la anidas?.
Manos, mirada y besos, como ausentes
deseos fueron, palpitar de bocas,
sólo quedan recuerdos, ¿los olvidas?

Y DIGO

Hoy dejo que mi vida se ahogue lentamente
sumergida en tus ojos de sed y abrevadero,
y así como las nubes se enlazan al poniente,
yo digo que te quiero...

Hojas de otoño y niebla palpitan en tu frente,
presagiando tormentas de amor y ventisquero,
y mientras duerme el agua mecida por la fuente,
yo digo que te quiero...

Respiro el aire frío de aguja transparente
-diciembre se ha mojado con lágrimas de acero-,
y mientras tañe el río su plata de serpiente,
aún digo que te quiero...

Podrá la tarde triste llevarme en su corriente
hacia la noche inmensa e insomne del lucero,
pero aunque sólo sea yo un sueño, solamente,
aún digo que te quiero...

Rebrotas en mis ojos cuajado, permanente,
como brotan las hierbas de marzo en el estero,
y a pesar del vacío en tus manos de ausente,
yo digo que te quiero...

Se me ha llenado el alma de rosas, de repente,
y corazones pintan de rojos el sendero:
he llegado a tu orilla para cruzar el puente
y decirte
...te quiero.

A SANGRE VIVA

A sangre viva arráncame la muerte,
que no quiero volar en el vacío,
ni soñar calidez temiendo frío
entre el hielo afilado de lo inerte.
A fuerza viva arráncame tan fuerte
la pena que solloza sal y hastío,
que no quepa ni un haz de escalofrío
en la lenta agonía de esta suerte.
Rompe la soledad hacia la sombra
que quebranta mi paz y me hace esquiva,
y me acora, me muerde y me atenaza.
Quiero sentir la fe que desescombra:
dame la certitud de que estoy viva
entre esta inútil muerte que me abraza.


MÁS FUERTE

Quieto, quieto, no muevas... el aire ni la risa,
deja flotar el alma, deja morir la prisa.

Sosiega tus momentos, ajusta la mirada,
piensa que se abre el mundo en flor enamorada.

Envuélvete en el pálpito azul del infinito,
entrega al horizonte tus ansias y tu grito.

Piensa que aquí en mis manos se deshojan dos rosas,
dos pensamientos tuyos, dos ofrendas celosas.

Cierra los ojos, fuerte, y préndeme en tus brazos,
que sean tus palabras los nudos de estos lazos.

Acerca poco a poco tu sentimiento al mío,
para aliviar tu pena, para entibiar mi frío.

Invéntate otro mundo con nuevas circunstancias,
que el corazón rebosa y rompe las distancias.

Ven, amor, que te espero en mi mundo callado,
y en un sueño imposible volarás a mi lado.

Sentir lo que tú sientes, llorar lo que tú añoras,
es unir lo lejano, juntarnos en las horas.

Más fuerte que un latido, que la vida, más fuerte,
es esto que nos liga más allá de la muerte.


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