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Un soplo de brisa fresca

Tenías tan abierto el corazón...

Tenías tan abierto el corazón...


Tenías tan abierto el corazón,
tan franco el paso hacia sus aposentos,
que la idea de adentrarme fué tormento,

ya que el camino estrecho, prometía
algún posible encuentro –indeseado-
con quién, tal vez volviera
de ocupar tu corazón –en el pasado-,

y no existiendo guardia,
ni muros que su entrada protegieran,
sabía de otras rondas a su frontera.

Yo intentaba forzar la confianza.
Aliviarme, empujando a la osadía.
Más el temor a la mudanza era cruel agonía,

y sin haber logrado decidirme,
me quedé sola, deambulando,
para alejarme al fin de su confines.

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