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Un soplo de brisa fresca

La prosa de Zoé Valdés

La prosa de  Zoé Valdés

Te di la vida entera (fragmento)

" Y de una vuelta entera, la soltó y la obligó a que se luciera marcando el ritmo sola, conminándola a que moviera con entusiasmo el esqueleto. Pero la Niña Cuca no podía, porque era la única vez que ella se había atrevido a bailar con alguien tan experto en color y sabor local. En realidad, nunca antes había bailado. Y hasta ahí, lo que había hecho era llenarle de pisotones los zapatos de dos tonos a su compañero.
Ahora, suelta, apenas podía controlar su cintura, perdía el equilibrio, ninguno de sus movimientos era acompasado, su cuerpo se tambaleaba como un flan sin molde en un plato llano. Él se dio cuenta de que ella era zurda para el baile, y tomándola ligeramente por la cinturita de avispa, con la yema de los dedos, fue maniobrando el cuerpo de la muchacha, corrigiendo los pasillos, coordinando el meneo de las caderas, mostrándole cómo acentuar el garbo de los hombros. Y como buena aprendiz de sandunguera, Cuquita en seguida le cogió el tumbao, se le fue por encima del nivel, y de buenas a primeras, salió al mismo centro de la pista, desaguatada, descoyuntada, como si hubiera vivido del meneo toda su existencia. "


LA VALIJA DE LOS AMORES PERDIDOS

Zoé Valdés cuenta cómo nació la ardiente historia de "Querido primer novio", recién editada por planeta.

Querido primer novio:

Esta será mi última carta. Después de haber finalizado la novela -cuyo título es, precisamente, el de Querido primer novio- he quedado extenuada, deshecha, siempre en espera de tus respuestas, las que jamás llegan, las que presiento nunca recibiré. íHe soñado tanto con tu presencia, cuánto he rogado pidiendo que respondas a mis súplicas! íVuelve, aparece! Nada, el silencio como sigilo.

Escribí esta novela peligrosamente; en el recuerdo de cuando estuvimos enamorados. A punto de morirme de memoria de amor. Y yo que me burlaba de todas esas frases, jamás creí que se pudiera desfallecer a causa de una pena amorosa.

Me disculpo con quienes la han padecido. A veces he sentido una sensación tan profunda en todo el cuerpo, como si de pronto me hiciera muy sabia. Pero otras veces, en ciertos instantes, es un cosquilleo dulce pero impertinente que ha avivado deseos de tomar un cuchillo y enterrarlo allí donde más corroe, encima de mi seno izquierdo, imitando a las protagonistas del cine mudo.o quería escribir una novela sobre nosotros y mientras el texto tomaba cuerpo, fui hilvanando una historia paralela que muy poco tenía que ver con ambos.

Tú y yo no nos casamos tan jóvenes como Danae y Andrés; tú y yo nunca nos casamos. Te conocí con trece años, tú tenías catorce, duramos cuatro.

Hoy perdono que me hayas engañado; me abandonaste por aquella chica sólida, risueña, una especie de líder de la alegría. Yo tenía tendencia a la tristeza, los estados melancólicos siempre han sido mis mejores momentos creativos. Te casaste con ella y tuviste un hijo. Eso fue a los diecinueve años.o me dediqué a olvidarte, a acomodar hombres en mi cama para conseguir borrar tu imagen. Fue una especie de cura, que aún no estoy segura haya dado resultado. Ningún primer amor se olvida, por suerte. Ni ningún gran amor se disuelve en la piel de suplentes.

Después yo también me casé apasionada. Fíjate que he puesto "apasionada", algo no demasiado bueno. Con este primer matrimonio no tuve hijos; ni con el segundo, de quien quedé viuda. Del tercero nació mi hija, vida.

Creo que tú ya andas por el segundo matrimonio y el segundo hijo, y hasta me han dicho que apuras trámites de divorcio. Todo eso quise escribir en Querido primer novio, el camino recorrido entre tú, yo, esta carta; pero no sé cómo vine a dar con ese trío de Dánae, Tierra Fortuna Munda y Andrés.

En todo caso, ansiaba narrar una honda historia de amor extraña, anhelaba que la aventura se desarrollara en un sitio solitario; describiría los campos cubanos, sobre todo la zona de Pinar del Río, el Valle de Viñales, La Fe, allá donde transcurrieron nuestras escuelas al campo. Experiencias de trabajos duros realizados por adolescentes, una forma más, muy sutil, de pagar los estudios.

Existe una enorme diferencia entre La Habana y el campo, aunque antes del año 1959 esa diferencia era aún mayor, pues la capital cubana irradiaba luz y bullía de prosperidad.

Con el advenimiento del castrismo se logró igualar el campo con la ciudad, pero en lugar de hacerlo en bien de la zona rural fue todo lo contrario, el balance fue en detrimento de la hermosa capital. La Habana devino toda oscuridad y oscurantismo. Sin embargo, en la época en que fuimos adolescentes, seguro recordarás, todavía podíamos sopesar algunas diferencias.

Creo que esa fue la historia que ganó entre las tres anécdotas que se cuentan en la novela. Las diferencias entre una niña de ciudad y una del campo.

En los primeros capítulos, hasta el de "La maleta arborescente", los sucesos son narrados por elementos urbanos, la música, el tiempo, la rareza de la ciudad. La maleta es el enlace entre ellos. La maleta de madera. La madera que un día fue árbol y que ahora vuelve a sus orígenes convertida en objeto de uso temporal.

Creo que también me animó el hecho de que Dánae se me presentara como un personaje que muda de un extremo a otro de sus sentimientos, volubilidad procedente de la separación familiar a muy temprana edad. Adolescente ha renunciado a sus impulsos iniciales en amor y en sexo para tomar el camino de los convencionalismos, decide casarse con su primer novio oficial, quien no fue precisamente su primer amor.

¿Quién fue esa primera y constante relación de Dánae? No hay sorpresas, fue Tierra Fortuna Munda. Por quien años más tarde ella dejará a su esposo y a sus hijas para recobrar su verdadera dimensión humana.

Esta es una novela de amor y de naturaleza. De amor porque la escribí amando, y porque sus personajes viven el límite del amor, hasta la herida, el crimen, el juicio, y la desaparición. De naturaleza, porque son los árboles quienes salvaguardan el amor de las mujeres.

Querido primer novio, vas a perdonarme que queriendo escribir una novela sobre aquella primera experiencia tuya y mía, me haya desviado hacia lo más libre de mi imaginación. Queda pendiente... como el beso que prometiste en uno de los corredores del instituto que me darías aquel sábado en el cine... El mismo sábado en que te casaste con ella, y no conmigo.

Siempre en el recuerdo.



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