POEMAS DE ELEGANCIA
Esclava...
de tu arrecife coralino
de inimaginables playas
de tu oleaje salvaje,
que arremete contra mi cintura y bate
salpicando mi caminar sereno
tus sales contaminadas de océano
me cubren de ti.
Madréporas y caracolas
me ofrecen tus saladas manos
e inventas pececillos de plata
como pendientes para mis lóbulos
de tus fragancias vistes mi cuerpo.. estás ahí
Inhalo tus collares de algas
que me ciñen grácil a tus andares
entre tu distancia y la mía
tan solo una brizna de aire
en medio de todo un océano...
Te siento
Te respiro
Me condenas a ti...
LA NIÑA DEL HIELO
Como ágil gaviota blanca,
te deslizas sobre tu vuelo,
y un Ave María a tu paso,
resquebrajando el hielo.
Tu falda sensual de gasa,
grácil envuelve tu cuerpo,
perfil de gaviota blanca
delicada pose de mi verso.
Ave María, alza tu vuelo,
atrapa la estrella de tu deseo,
que eres tesón y pies de acero,
Venus de ilusión florida,
eres constancia, hija del hielo.
Que vas vestida de azul esclava
y jazmines llevas sobre tu pelo
si no has de alcanzar esa estrella
En tus pies pongo yo un lucero.
Que orlas a tu antojo el aire,
eres témpano prendido al cielo,
que ya eres mérito y templanza
Eres... la niña del hielo !! .
UNGIENDO MAREAS
De soslayo te miré a los ojos
y aún sin poder mantener la mirada
penetré en tus entrañas heridas
y he de ahí mis retinas quemadas.
Quiero recordarte verde
vestirme de sal
beber tus riberas,
quiero respirar a eucalipto
y poner en mi piel
una alegre muñeira.
Arranca a mis ojos el luto
tiñe de azul mi horizonte de brea,
peces de plata pon en mis días,
como la espuma altiva
para tus blancas arenas.
Marineros de aguas abiertas
faenadores intrépidos
destiladores de penas
cuan arrojo en vuestros brazos curtidos...
Costa da Morte
Cíes o Sálvora
que mas da el Grove o San Xenxo
donde no llegan lágrimas
para ungir sus mareas.
Te miré... te miré desde lejos
y nunca pude sentirte tan cerca,
noté la tibieza, el calor de otras gentes...
Han de volver... blancas gaviotas
desplazando horizontes oscuros
por atardeceres de luces serenas.
¡Por Dios que han de volver otros tiempos!
¡Que se laven las aguas!
¡Que se las lleve la ría!
¡Que las entierre la arena!
de tu arrecife coralino
de inimaginables playas
de tu oleaje salvaje,
que arremete contra mi cintura y bate
salpicando mi caminar sereno
tus sales contaminadas de océano
me cubren de ti.
Madréporas y caracolas
me ofrecen tus saladas manos
e inventas pececillos de plata
como pendientes para mis lóbulos
de tus fragancias vistes mi cuerpo.. estás ahí
Inhalo tus collares de algas
que me ciñen grácil a tus andares
entre tu distancia y la mía
tan solo una brizna de aire
en medio de todo un océano...
Te siento
Te respiro
Me condenas a ti...
LA NIÑA DEL HIELO
Como ágil gaviota blanca,
te deslizas sobre tu vuelo,
y un Ave María a tu paso,
resquebrajando el hielo.
Tu falda sensual de gasa,
grácil envuelve tu cuerpo,
perfil de gaviota blanca
delicada pose de mi verso.
Ave María, alza tu vuelo,
atrapa la estrella de tu deseo,
que eres tesón y pies de acero,
Venus de ilusión florida,
eres constancia, hija del hielo.
Que vas vestida de azul esclava
y jazmines llevas sobre tu pelo
si no has de alcanzar esa estrella
En tus pies pongo yo un lucero.
Que orlas a tu antojo el aire,
eres témpano prendido al cielo,
que ya eres mérito y templanza
Eres... la niña del hielo !! .
UNGIENDO MAREAS
De soslayo te miré a los ojos
y aún sin poder mantener la mirada
penetré en tus entrañas heridas
y he de ahí mis retinas quemadas.
Quiero recordarte verde
vestirme de sal
beber tus riberas,
quiero respirar a eucalipto
y poner en mi piel
una alegre muñeira.
Arranca a mis ojos el luto
tiñe de azul mi horizonte de brea,
peces de plata pon en mis días,
como la espuma altiva
para tus blancas arenas.
Marineros de aguas abiertas
faenadores intrépidos
destiladores de penas
cuan arrojo en vuestros brazos curtidos...
Costa da Morte
Cíes o Sálvora
que mas da el Grove o San Xenxo
donde no llegan lágrimas
para ungir sus mareas.
Te miré... te miré desde lejos
y nunca pude sentirte tan cerca,
noté la tibieza, el calor de otras gentes...
Han de volver... blancas gaviotas
desplazando horizontes oscuros
por atardeceres de luces serenas.
¡Por Dios que han de volver otros tiempos!
¡Que se laven las aguas!
¡Que se las lleve la ría!
¡Que las entierre la arena!
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