La poesía de ANGEL GONZÁLEZ
BREVES NOTAS BIOGRÁFICAS:
Poeta y profesor de literatura, pertenece al grupo conocido como -Generación de los 50- o del medio siglo. Dueño de una poesía humanamente comprometida, teñida de fina ironía y humor. Nació en Oviedo y su infancia estuvo marcada por la sombra de la guerra civil y por la muerte prematura de su padre cuando él apenas contaba dos años. La experiencia de la guerra aparecerá en su primer libro, Aspero mundo (1956) y con el que obtendría un accésit del Premio Adonais. En él se ordenan una serie de vivencias originadas por el trauma de la guerra civil española reflejadas en la contraposición de dos mundos irreconciliables: el de la infancia, sensación casi nube y la cruel realidad, de duros y agrios perfiles.
A partir de entonces, su posición ante el mundo se torna más clara y militante. Al escribir en 1961 Sin esperanza, con convencimiento, incluye ya un análisis social de las causas de la derrota y pasa a ser clasificado claramente en el grupo de los poetas sociales. Angel González abandona más adelante esta actitud para dedicarse a una poesía en la que testimonia su propia experiencia de la realidad y donde hay una preocupación por la palabra en sí misma, por la expresión justa, precisa, casi imprescindible. El paso del tiempo, la temática amorosa y cívica, son tres obsesiones que se repiten a lo largo y ancho de sus poemas. Su tercer libro, Grado elemental (1962), fue galardonado en Colliure con el Premio -Antonio Machado-, poeta al que Angel González admira profundamente. Palabra sobre palabra (1965), Tratado de urbanismo (1967), Breves acotaciones para una biografía (1971), Procedimientos narrativos (1972), Muestra de algunos procedimientos narrativos y de las actitudes sentimentales que habitualmente comportan (1976) y Prosemas o menos (1984) son otros de sus libros. Su obra completa, en la que incluye poemas inéditos, ha sido publicada en tres ocasiones, la última de ellas en 1986, y siempre con el título de Palabra sobre palabra. Es asimismo autor de diversos estudios poéticos sobre Juan Ramón Jiménez (1973), el Grupo poético de 1927 (1976), Gabriel Celaya (1977) y Antonio Machado (1979). Angel González es maestro nacional, licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo y periodista por la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid. Trabajó también en el Ministerio de Obras Públicas, de donde es funcionario en excedencia. Actualmente enseña Literatura Española Contemporánea en la Universidad de Alburquerque (Estados Unidos), habiendo sido profesor visitante en las de Nuevo México, Utah, Maryland y Texas.
(Texto extraído de http://www.epdlp.com/)
SU POESÍA
SON LAS GAVIOTAS, AMOR
Son las gaviotas, amor.
Las lentas, altas gaviotas.
Mar de invierno. El agua gris
mancha de frío las rocas.
Tus piernas, tus dulces piernas,
enternecen a las olas.
Un cielo sucio se vuelca
sobre el mar. El viento borra
el perfil de las colinas
de arena. Las tediosas
charcas de sal y de frío
copian tu luz y tu sombra.
Algo gritan, en lo alto,
que tú no escuchas, absorta.
Son las gaviotas, amor.
Las lentas, altas gaviotas.
ME HE QUEDADO SIN PULSO
Me he quedado sin pulso y sin aliento
separado de ti. Cuando respiro,
el aire se me vuelve en un suspiro
y en polvo el corazón de desaliento.
No es que sienta tu ausencia el sentimiento.
Es que la siente el cuerpo. No te miro.
No te puedo tocar por más que estiro
los brazos como un ciego contra el viento.
Todo estaba detrás de tu figura.
Ausente tú, detrás todo de nada,
borroso yermo en el que desespero.
Ya no tiene paisaje mi amargura.
Prendida de tu ausencia mi mirada,
contra todo me doy, ciego me hiero.
INMORTALIDAD DE LA NADA
Todo lo consumado en el amor
no será nunca gesta de gusanos.
Los despojos del mar roen apenas
los ojos que jamás
-porque te vieron-,
jamás
se comerá la tierra al fin del todo.
Yo he devorado tú
me has devorado
en un único incendio.
Abandona cuidados:
lo que ha ardido
ya nada tiene que temer del tiempo.
VALS DE ATARDECER
Los pianos golpean con sus colas
enjambres de violines y de violas.
Es el vals de las solas
y solteras,
el vals de las muchachas casaderas,
que arrebata por rachas
su corazón raído de muchachas.
A dónde llevará esa leve brisa,
a qué jardín con luna esa sumisa
corriente
que gira de repente
desatando en sus vueltas
doradas cabelleras, ahora sueltas,
borrosas, imprecisas
en el río de música y metralla
que es un vals cuando estalla
sus trompetas.
Todavía inquietas,
vuelan las flautas hacia el cordelaje
de las arpas ancladas en la orilla
donde los violoncelos se han dormido.
Los oboes apagan el paisaje.
Las muchachas se apean en sus sillas,
se arreglan el vestido
con manos presurosas y sencillas,
y van a los lavabos, como después de un viaje.
LA VIDA EN JUEGO
Donde pongo la vida pongo el fuego
de mi pasión volcada y sin salida.
Donde tengo el amor, toco la herida.
Donde pongo la fe, me pongo en juego.
Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.
Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
no me doy por vencido, y sigo, y juego
lo que me queda: un resto de esperanza.
Al siempre va. Mantengo mi postura.
Si sale nunca, la esperanza es muerte.
Si sale amor, la primavera avanza.
MIENTRAS TÚ EXISTAS
Mientras tú existas,
mientras mi mirada
te busque más allá de las colinas,
mientras nada
me llene el corazón,
si no es tu imagen, y haya
una remota posibilidad de que estés viva
en algún sitio, iluminada
por una luz cualquiera...
Mientras
yo presienta que eres y te llamas
así, con ese nombre tuyo
tan pequeño,
seguiré como ahora, amada
mía,
transido de distancia,
bajo ese amor que crece y no se muere,
bajo ese amor que sigue y nunca acaba.
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