Nadie como tú
Me he asomado al balcón de tus pupilas,
y no hay vida más allá de tu calidez,
ni luz que no contengan
tus párpados cerrados,
ni elegancia más fina,
que el porte descuidado
que a mi lado paseas.
No hay fragor que desvele,
como el loco cabalgar de tu latido,
ni boca más golosa,
al dibujar una pícara sonrisa,
ni más plácida,
al abrirse en verbo hecho homilía.
Nada altera mis pulsos
cómo tu azul mirada.
Nadie como tú
dibuja sentimientos,
teje fascinaciones,
nadie sabe como tú
bordar el tiempo
con los colores de la dicha.
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