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Un soplo de brisa fresca

ISLA

ISLA

 


He llegado al fin hasta su isla,
desnuda de recelos y reservas,
y he caminado por la verde hierba
del huerto del deseo, prendida de su abrazo.

Con sus manos como único ropaje,
lejos de cualquier sombra de pecado,
remonté las curvas de su cuerpo;
medí su piel de bruma con mis labios.

Fue su mano en mi mano, estremecida,
golondrina anidando, entre sueño y vigilia.
Porque era la dulzura, eran sus ojos
espejo donde hundirme, en tan feliz naufragio.

Fui suya entre pasiones y armonía,
y, noche a noche, se repitió el milagro.

brissa

1 comentario

Miguel Ángel -

debe ser preciosa esa isla. Ojalá pudiera estar bañándome en sus playas. Besos :)