CONFESIONES
A mis cincuenta y tantos
he aprendido al fin
que cantidad y calidad
no tienen porqué estar reñidas.
He dejado de correr tras el amor
porque el amor llega solo,
calládamente, para quedarse
aunque no sea para siempre.
He hallado en la amistad
el más valioso de los tesoros,
porque es el único manantial
que fluye eternamente.
Ahora, me perdono una caída
y hasta cien,siempre que esté dispuesta
a levantarme, sacudir el polvo
y seguir caminando.
Se que cualquiera
que llegue a mi vida
y no lo haga para iluminarla
es alguien prescindible.
Creo en Dios, y si no existe
habrá que inventarlo,
solo por conocer la inmensa paz
que siente el corazón, cuando se eleva
en oración al universo.
Aún sigo acumulando sabiduría,
y me quiero más que siempre
y me tolero más que nunca,
a mis cincuenta y tantos.
brissa
1 comentario
Salomé -
Seguiré leyéndote allá donde publiques.
Besos,
Salomé