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Un soplo de brisa fresca

A TU VERA...

A TU VERA... Y se me paró el reloj
aquel día venturoso
en que el amor me atrapó.
y me abatieron tus ojos.

El alma se me llenó
de argentadas primaveras,
y me prendí en tus pupilas
verdes, como enredaderas,

que me rindieron a ti,
haciéndome prisionera.
A la Virgen le rogué
porque siempre me quisieras,

y esclava de tu pasión,
se alegra mi corazón
o pena, ¡pero a tu vera!

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