Tu palabra
Ideal para la plática amorosa,
florece la voz en tu garganta.
A veces me susurra, otras me canta
y, ¡con que dulzura tentadora
cuando es portadora de ternura!.
Con qué sutil diablura
me embruja con palabras zalameras,
Y de ese modo, aunque no quiera
he de rendirme ante su encanto.
Así día a día vas desplegando
sin compasión, tus armas seductoras:
Los rayos de tus ojos que enamoran,
tu hechicera sonrisa que fascina,
y tu palabra que me alborota.
No hay posible aflicción cuando me miras,
y de esa boca tuya -como ninguna-
brotan rojas camelias,
ardientes brasas
y blancas azucenas.
Súsurrame bien mío,
requiébrame un poquito,
¡y que mueran de celos las estrellas!
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