Luis García Urbina:
METAMORFOSIS
Era un cautivo beso enamorado
de una mano de nieve que tenía
la apariencia de un lirio desmayado
y el palpitar de un ave en agonía.
Y sucedió que un día,
aquella mano suave
de palidez de cirio,
de languidez de lirio,
de palpitar de ave,
se acercó tanto a la prisión del beso,
que ya no pudo más el pobre preso
y se escapó; mas, con voluble giro,
huyó la mano hasta el confín lejano,
y el beso, que volaba tras la mano,
rompiendo el aire, se volvió suspiro.
HECHICERA
No sentí cuando entraste; estaba oscuro,
en la penumbra de un ocaso lento,
el parque antiguo de mi pensamiento
que ciñe la tristeza, cual un muro.
Te vi llegar a mí como un conjuro,
como el prodigio de un encantamiento,
como la dulce aparición de un cuento:
blanca de nieve y blonda de oro puro.
Un hálito de abril sopló en mi otoño;
en cada fronda reventó un retoño;
en cada viejo nido, hubo canciones;
y, entre las sombras de jardín errantes
luciérnagas brillaron, como antes
de mi postrer dolor, las ilusiones.
¿Qué si me duele? un poco, te confieso
que me heriste a traición, mas por fortuna
tras el rapto de ira vino una
dulce resignación... pasó el acceso.
¿Sufrir? ¿Llorar? ¿Morir? ¿Quién piensa en eso?
El amor es un huésped que importuna,
mírame cómo estoy, ya sin ninguna
tristeza que decirte, dame un beso.
Así, muy bien, perdóname fui un loco,
tú me curaste -gracias-, y ya puedo
saber lo que imagino y lo que toco.
En la herida que hiciste, pon el dedo,
¿Qué si me duele? Sí, me duele un poco,
mas no mata el dolor... no tengas miedo...
REDENCION
Te quiero porque en tu alma vive el germen
de ternura infinita,
como diáfana gota de rocío
sobre una flor marchita;
te quiero porque he visto doblegarse
tu espléndida cabeza;
porque sé bien que en medio de la orgía
te invade la tristeza;
porque has pasado por la senda estrecha
en los grandes zarzales de la vida,
sin desgarrar tus blancas vestiduras,
sin hacerte una herida;
porque has ido pidiendo por el mundo,
con el candor de un niño,
a cada corazón a que has tocado,
un poco de cariño;
porque indica profundo sufrimiento
tu pálida mejilla;
porque en tus ojos que placer irradian
también el llanto brilla.
Te quiero; nada importa que cansado
tu espíritu se aduerma;
yo lo habré de animar, yo daré aliento
a tu esperanza enferma.
¡Mariposa que fuiste entre las flores
dejando tus bellezas y tus galas,
yo volveré a poner el polvo de oro
sobre tus leves alas
LA AGONIA BLANCA
Blanca como esta noche no he visto cosa alguna:
ni el mármol, ni la nieve, ni el armiño. Semeja
el cielo, un gran abismo de plata, que refleja
su luz, en otro abismo de cristal: la laguna.
Sólo, de tarde, en tarde, pasa, pequeña y bruna,
la góndola, que efímero surco ondulante deja;
y cuando, hacia las brumas rutilantes, se aleja,
todo es latir de astros; todo, fulgor de luna.
¿Donde están los colores? En uno se han fundido.
El negro huyó a esconderse. El azul se ha dormido.
El blanco, puro y virgen, sus imperios rescata.
Y en silencio vasto, sideral y profundo,
parece que esta noche se va a morir el mundo
con una inmensa muerte de cristal y de plata.
NUESTRAS VIDAS SON LOS RIOS
Yo tenía una sola ilusión: era un manso
pensamiento: el río que ve próximo el mar
y quisiera un instante convertirse en remanso
y dormir a la sombra de algún viejo palmar.
Y decía mi alma: turbia voy y me canso
de correr las llanuras y los diques saltar;
ya pasó la tormenta; necesito descanso,
ser azul como antes y, en voz baja cantar.
Y tenía una sola ilusión, tan serena
que curaba mis males y alegraba mi pena
con el claro reflejo de una lumbre de hogar.
Y la vida me dijo: ¡Alma ve turbia y sola,
sin un lirio en la margen ni una estrella en la ola,
a correr las llanuras y perderte en el mar!
MAÑANA DE SOL
Palpitan como alas de pájaros en fuga
las velas que sacude la brisa matinal,
y el aire, a flor de onda, menudamente arruga
la seda azul, tramada de estambres de cristal.
De la dorada costa la palidez subyuga,
y tiene el viento puro delicadeza tal,
que al refrescarme el rosotro parece que me enjuga
las lágrimas pueriles el beso maternal.
Una bandada de aves por los espacios sube;
decora la brillante blancura de la nube
y la marcha del inviolado zafir de la extensión.
Y en la solemne calma de estas horas divinas,
esparcen a lo lejos dos voces femeninas,
quién sabe qué ternura que moja el corazón...
ASI FUE
Lo sentí; no fue una
separación, sino un desgarramiento;
quedó atónita el alma, y sin ninguna
luz, se durmió en la sombra el pensamiento.
Así fue; como un gran golpe de viento
en la serenidad del aire. Ufano,
en la noche tremenda,
llevaba yo en la mano
una antorcha con que alumbraba la senda,
y que de pronto se apagó: la oscura
acechanza del mal y el destino
extinguió así la llama y mi locura.
Ví un árbol a la orilla del camino,
y me senté a llorar mi desventura.
Así fue, caminante
que me contemplas con mirada absorta
y curioso semblante.
Yo estoy cansado, sigue tú adelante;
mi pena es muy vulgar y no te importa.
Amé, sufrí, gocé, sentí el divino
soplo de la ilusión y la locura;
tuve la antorcha, la apagó el destino,
y me senté a llorar mi desventura
a la sombra de un árbol del camino.
NOTAS BIOGRÁFICAS:
Luis Gonzaga Urbina nació en la ciudad de México, el 8 de febrero de 1868. Muy joven, acaso sin haber terminado más que sus estudios en la Escuela Primaria Superior, entró al periodismo. Fue cronista y crítico teatral en diversos diarios y revistas, entre otros EL Mundo Ilustrado y El Imparcial. Perteneció al grupo de la Revista Azul, fundada por Manuel Gutiérrez Nájera. Secretario particular de don Justo Sierra durante la gestión de éste como Ministro de Instrucción Pública. Profesor de Literatura Española en la Escuela Nacional Preparatoria. Director de la Biblioteca Nacional (1913). En 1915 se expatrió a La Habana (Cuba), en donde vivió de escribir en los periódicos y de clases particulares. En 1916 fue a España como redactor corresponsal de EL Heraldo de Cuba. Del 26 de abril al 2 de agosto de 1917 estuvo en Buenos Aires (Argentina) en misión oficial; en la
Universidad de dicha ciudad dictó una serie de conferencias sobre literatura mexicana. Primer Secretario de Legación, adscrito a la de Madrid (desde 5 de julio de 1918 al 10 de junio de ]920). A principios de 1921 hizo un viaje por Italia. Pasó después a México, en donde fue Secretario del Museo Nacional de Arqueología, Etnografía e Historia. Regresó a España, en donde fue, primero, Secretario y, desde el 1º de enero de 1926, Encargado de la Comisión Del Paso y Troncoso. En un tiempo habitó en Madrid la casa número 18 de la calle de Martín Freg, Venta del Espíritu Santo. Murió en Madrid, el 18 de noviembre de 1934. El 11 de diciembre del mismo año llegó su cadáver a Veracruz. Está enterrado en la Rotonda de los Hombres Ilustres.
(información obtenida en www.los-poetas.com)
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