MEMORIAS DE ÁFRICA
(A Karen Blixen)
Yo tenía una granja en África.
Mi corazón era esclavo
del embrujo del alba
y el fuego del ocaso,
sobre las colinas Ngong,
se instalaba en mi alma
con cada atardecer.
Mimetizada
con la estepa keniata,
entre acacias, soñaba
sintiendo la armonía
que se adueña del espíritu,
con cada ocaso amarillo-naranja.
Convivieron en mi
los sueños y las normas.
La férrea voluntad,
junto con la debilidad de ser mujer
en un mundo diferente.
Contadora de cuentos,
-moderna Sherezade para Denis-,
fuí narradora de historias vivas,
memorias de una eterna aventura.
Atrás quedaron granja y amor.
Él, al pie de una terraza nivelada,
en la que dos leones otean el horizonte
y guardan su descanso.
Ahora, mi corazón
regresa cada noche al vuelo,
a visitar las colinas Ngong
en el crepúsculo, para narrar
nuevos relatos para Denis.
brissa
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