Blogia
Un soplo de brisa fresca

CÉSAR CALVO SORIANO:\

CÉSAR CALVO SORIANO:\

César Calvo Soriano nació en Iquitos el 26 de julio de 1940. Hijo del pintor loretano César Calvo de Araujo y de doña Graciela Soriano Narvaez de Calvo, estudió la primaria en la ciudad de Lima en el Colegio Pedro Tomás Drinot y la secundaria en el Colegio Nacional Hipólito Unanue. Siguió estudios de Letras, Psicología y Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Vivió su infancia en un pequeño departamento ubicado en el tercer piso de la Calle Coca (Jirón Carabaya) de Lima, la casagranja de Puente Piedra y la chacra de Chillón, propiedades de su abuelo Víctor Soriano. Su juventud transcurrió entre la Calle Gremios (Jirón Callao), la casa en la Bajada de Baños de Barranco y su departamento en Las Begonias de Chaclacayo.

Viajero empedernido y aventurero recorrió muchas ciudades del Perú y del mundo, viviendo durante años en el Cusco, Iquitos, Londres, París, Madrid, Roma y Barcelona.

De espíritu fraternal y desprendido, muchos gozaron de su amistad inconfundible y aquella risa estruendosa y contagiante que aún recuerdan todos aquellos que llegaron a disfrutar de su compañía sin distingo de edad, clase, raza, posición social y cultural, incluyendo por supuesto a grandes personalidades de la poesía, literatura, ciencia, artes y política nacional e internacional. Fue gran amigo de los pobres, irremediable amante de las mujeres y dulce protector de niños y animales.

Su identificación y gran amor por la Amazonía y la ecología, lo llevó a dirigir la filial del Instituto Nacional de Cultura en Iquitos en 1975 durante el cual también fue Director de la Fundación Pro Selva en la misma ciudad, dedicada a la protección y difusión de la cultura amazónica.

Periodista fundador del diario “Expreso” en Lima, siguió como corrector, diagramador y redactor en el Diario “El Comercio” hasta el año 1963, luego toma la Sub-Dirección del diario “El Correo”. Editó Latin American Touring (1964-1965) con una edición paralela en español. Jefe de redacción en “La República”, columnista de “El Popular” hasta el año 1986, colaboró continuamente con las revistas “Gente”, “Caretas” y “Si”, siendo columnista hasta el final de sus días, en el Diario “Perú Shimpo”.

Su talento lo llevó a ser guionista para los programas "Esta es su Vida" y "Noche de Gala" en Panamericana Televisión. Locutor en off en el cortometraje de la “Vida de Martin Adán” del cineasta peruano Alberto “Chicho” Durand; fue además, declamador exclusivo de César Vallejo a pedido de su viuda Georgette Vallejo.

Calvo incursiona en la música con Cancionario (1967), colección de poemas escritos en forma de canciones. Varios de ellos fueron tomados posteriormente por renombrados cantautores y músicos como Chabuca Granda, Jorge Madueño, Raúl Vásquez, Juan Castro Nalli, Lucho Gonzáles, Víctor Merino, entre otros. Es el inicio de una prolífica producción en variados géneros como baladas, trova, landós, marineras, huaynos, yaravíes, panalivios, festejos, danzones, así como canciones infantiles. Muchos de estos temas son interpretados por reconocidos cantantes internacionales como Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Alfredo Zitarrosa, Mercedes Sosa, Rafael, Eva Ayllón, Susana Baca, Cecilia Barraza, Elsa María Elejalde, Miki Gonzales y otros.

Director Artístico del Conjunto Folklórico Perú Negro; Calvo aportó en la coreografía, vestuario y luces desde su cargo como Coordinador General en varios espectáculos, que llevó a este grupo al despegue de su carrera internacional.

Miembro de la llamada Generación del 60. Con tan sólo veinte años su primer poemario Carta para el Tiempo recibió Mención Honrosa en el primer Concurso Hispanoamericano de Literatura en 1960, cuyos textos aún no han sido editados. El mismo año compartió con Javier Heraud el primer premio del Concurso “El Poeta Joven del Perú” con el poemario Poemas Bajo Tierra, publicándolo al año siguiente. En 1963 presenta su segundo libro, Ausencias y Retardos. En 1966, gana una Mención Honrosa en el “Premio Hispanoamericano de Literatura” por su obra El Cetro de los Jóvenes. Al año siguiente publica, junto con Javier Heraud, Ensayo a Dos Voces. Recién ese mismo año, sale a luz El Cetro de los Jovenes dentro de la Colección Premio Casa de las Américas.

Otros poemarios suyos como El Último Poema de Volcek Kalsarets (1965), Cancionario (1967) y Poco antes de partir (1971) fueron incluidos en su quinto libro Pedestal para Nadie, obra que obtiene en 1970 el Premio Nacional de Fomento a la Cultura, en 1974 el Primer Premio del Concurso Hispanoamericano de Literatura y en 1975 alcanza el mayor galardón con el Premio Nacional de Poesía.

En 1981 publica su magistral novela Las Tres Mitades de Ino Moxo y otros Brujos de la Amazonía, traducida al italiano al año siguiente. Su talento poético vuelve en 1985 con su octavo libro Como Tatuajes en la Piel de un Río. Luego ese mismo año se publican los dos primeros libros de su trilogía Los Lobos Grises Aúllan en Inglés, que revela los entretelones del atentado contra Juan Pablo II, continuando con el tercer volumen La Verdad y Solamente la Verdad. Campana de Palo se publica en 1986, la cual recopila las columnas publicadas y censuradas, que escribiera para el Diario El Popular. Luego, en 1989 aparece su poemario Puerta de Viaje en coautoría con José Pavletich y al siguiente año su último libro de la trilogía Los Lobos Aúllan Contra Bulgaria. En 1995 se edita la traducción al inglés de Las Tres Mitades de Ino Moxo en Estados Unidos de Norteamérica.

César Calvo, considerado como uno de los mejores escritores hispanoamericanos por su inconfundible aliento poético, fallece repentinamente el 18 de agosto del 2000, casi al término de su último ensayo poético Edipo entre los Inkas, que fuera publicado póstumamente en tres tomos por el Congreso de la República del Perú en el 2001.

Información recogida en http://www.cesarcalvo.com


SU OBRA:

VENID A VER EL CUARTO DEL POETA

Venid a ver el cuarto del poeta.

Desde la calle
hasta mi corazón
hay cincuenta peldaños de pobreza.
Subidlos.
A la izquierda.

Si encontráis a mi madre en el camino,
cosiendo su ternura a mi tristeza,
preguntadle
por el amado cuarto del poeta.

Si encontráis a Evelina
contemplando morir la primavera,
preguntadle
por mi alma
y también por el cuarto del poeta.

Y si encontráis llorando a la alegría
océanos y océanos de arena,
preguntadle
por todos
y llegaréis al cuarto del poeta:
una silla, una lámpara,
un tintero de sangre, otro de ausencia,
las arañas tejiendo sordos ruidos
empolvados de lágrimas ajenas,
y un papel donde el tiempo
reclina tenazmente la cabeza.

Venid a ver el cuarto del poeta.
Salid a ver el cuarto del poeta.
Desde mi corazón
hasta los otros
hay cincuenta peldaños de paciencia.
¡Voladlos, compañeros!

(si no me halláis
entonces
preguntadme
dónde estoy encendiendo las hogueras)


Aquel bello pariente de los pájaros

Aquel bello pariente de los pájaros
que escondía su sombra de la lluvia
mientras tú dirigías
sobre ardientes cuadernos el vuelo de su mano.
El niño que subía
por el estambre rojo del verano
para contarte ríos de perfume,
cabellos rubios y país de nardos.
Tu niño preferido -¡si lo vieras!-
es el alma de un ciego que pena entre los cactus.
Es hoy el otro, el sin reír, el pálido,
rabioso jardinero de otoños enterrados.

¿Y sabiendo esto lo quisiste tanto?
¿Lo acostumbraste al mar,
al sol,
al viento, para que hoy ande respirando asfixias
en un pozo de náufragos?
¿Para esta pobre condición de niebla
defendiste su luz de enamorado?

Poesía, no quiero este camino
que me lleva a pisar sangre en el prado
cuando la luna dice que es rocío
y cuando mi alma jura que es espanto.

Poesía, no quiero este destino.
Llévate tus sandalias.
¡Devuélveme mis manos!

El final de la historia lo dirán las estrellas
y las hojas que cubren mi sueño sepultado.

(de Poemas bajo tierra)


Nocturno de Vermont

Me han contado que también allá las noches
tienen ojos azules
y lavan sus cabellos en ginebra.

¿Es cierto que allá en Vermont, cuando sueñas,
el silencio es un viento de jazz sobre la hierba?

¿Es cierto que allá en Vermont los geranios
inclinan al crepúsculo,
y en tu voz, a la hora de mi nombre,
en tu voz, las tristezas?

O tal vez, desde Vermont enjoyado de otoño,
besada tarde a tarde por un idioma pálido
sumerges en olvido la cabeza.
Porque en barcos de nieve, diariamente,
tus cartas
no me llegan.
Y como el prisionero que sostiene
con su frente lejana
las estrellas:
chamuscadas las manos, diariamente
te busco entre la niebla.

Ni el galope del mar: atrás quedaron
inmóviles sus cascos de diamante en la arena.
Pero un viento más bello
amanece en mi cuarto,
un viento más cargado de naufragios que el mar.

(Qué luna inalcanzable
desmadejan tus manos
en tanto el tiempo temporal golpeando
como una puerta de silencio suena).

Desde el viento te escribo.
Y es cual si navegaran mis palabras
en los frascos de nácar que los sobrevivientes
encargan al vaivén de las sirenas.

A lo lejos escucho
el estrujado celofán del río
bajar por la ladera
(un silencio de jazz sobre la hierba).

Y pregunto y pregunto:

¿Es cierto q ue allá en Vermont
las noches tienen ojos azules
y lavan sus cabellos en ginebra?

¿Es cierto que allá en Vermont los geranios
otoñan las tristezas?

¿Es cierto que allá en Vermont es agosto
y en este mar, ausencia…?

(de Ausencias y retardos)


El retorno

Todos los rostros se desprenden
De nuestros ojos caen como cáscaras los años
Sin embargo debemos sonreír como ese espejo
Donde un soplo borró la imagen más amada
Y desteñidos paisajes se aniegan en lo oscuro

Hasta que sentimos sobre nuestros ojos
Las primeras paladas de tierra
La última caricia inacabable
Y nos reconciliamos con nuestra procedencia

Así ha ocurrido siempre y así tendrá que ser
Y luego de la helada corriente y luego
De enterrada la luna entre sus aguas
En el siguiente día
El mismo solo muere por una sola vez
Caerá como un río sobre campos sin memoria

(de El último poema de Volcek Kalsaretz)


Edipo ciego

Con ella se ha acostado en aquel cuerpo
donde un padre retorna, sin saberlo
ha mordido su cálida cintura,
la vieja cera de un amor sin nombre
gotea entre sus piernas abrasadas.
Con inútiles paños ha cubierto
aquel espejo donde
envejece de pronto, poseída
por la capa del Rey. Tiniebla es el recuerdo
y los cuerpos jadean sin memoria
pero luego conversan en el muro
sus sombras, viejas cosas, y se sientan,
velan la breve muerte de los hijos saciados.


Fábula

El Rey escucha sólo
los pasos que se alejan, los disuelve
en su sueño,
ignora que es un sueño inacabable.
Soñando despertarse, un río de oro
cruza, corona roja, sobre el mundo.
Se despierta entonces y su muerte
desencadena el alba, la matanza.


Los utensilios propicios
Un árbol inocente, alguna cuerda.


El sabio

Permaneció en la ventana
durante largos, largos años, viendo
caer las hojas, la nieve, viendo caer
las hojas
y
la nieve.
Cuando se acordó de sus hermanos
éstos ya eran un pedazo de hierba.
Él durmió feliz: aquella noche
descubrió que los árboles
pierden sus hojas, que la nieve es blanca.


Homenaje a Freud

Tú dirás que en el vientre de mi esposa
aguardé nueve meses para nacer, y es cierto
que he nacido, pero luego
como que nos dejaste confundidos
hablándonos del mar desde tu tina
de porcelana rosa, Segismundo, mi viejo.

(de Pedestal para nadie)


Nocturno de Vermont
Ausencias y retardos (1963)

Me han contado, también que allá las noches
tienen ojos azules
y lavan sus cabellos en ginebra.

¿Es cierto que allá en Vermont, cuando sueñas,
el silencio es un viento de jazz sobre la hierba?

¿Y es cierto que allá en Vermont los geranios
inclinan al crepúsculo,
y en tu voz, a la hora de mi nombre,
en tu voz, las tristezas?

O tal vez, desde Vermont enjoyado de otoño,
besada tarde a tarde por un idioma pálido
sumerges en olvido la cabeza.
Porque en barcos de nieve, diariamente,
tus cartas
no me llegan.
Y como el prisionero que sostiene
con su frente lejana las estrellas:
chamuscadas las manos, diariamente
lo busco entre la niebla.

Ni el galope del mar: atrás quedaron
inmóviles sus cascos de diamante en la arena.
Pero un viento más bello amanece en mi cuarto
un viento más cargado de naufragios que el mar.

(Qué luna inalcanzable
desmadejan tus manos
en tanto el tiempo temporal golpeando
como una puerta de silencio suena).

Desde el viento te escribo.
Y es cual si navegaran mis palabras
en los frascos de nácar que los sobrevivientes
encargan al vaivén de las sirenas.

A lo lejos escucho
el estrujado celofán del río
bajar por la ladera
(un silencio de jazz sobre la hierba).

Y pregunto y pregunto:

¿Es cierto que allá en Vermont
las noches tienen ojos azules
y lavan sus cabellos en ginebra?

¿Es cierto que allá en Vermont los geranios
otoñan las tristezas?

¿Es cierto que allá en Vermont es agosto
y en este mar, ausencia...?


HOY HEMOS ALMORZADO DE MEMORIA

Hoy hemos almorzado de memoria.
De nuevo
de memoria.
Contando alguna tarde de provincia,
mi madre se ha quedado dormida en una alondra.
En una alondra antigua y silenciosa.

¿Quién va a venir ahora, con la voz de esa alondra,
a hablarnos de la dicha y de las rosas?
Con la luz de esa sombra ¿quién va a venir mañana
a hablarnos del perfume radiante de la dicha,
dichoso
de las rosas?

Ya nadie vendrá ahora.
Nos hemos devorado la voz de las alondras.

Ya nadie vendrá nunca.
Contando alguna tarde de provincia,
hoy nos hemos comido para siempre las rosas.
Poemas bajo tierra, Lima 1960.


DAN LAS CAMPANAS TU RECUERDO EN PUNTO

Dan las campanas tu recuerdo en punto.

Afuera se pasean las dos de la mañana.

Nada pudo diciembre contra el semestre tuyo.
Nada el sol silencioso contra tu sombra hablada.
Desde el fondo de todo
lo que tengo,
me faltas.

Dan tu recuerdo en punto las campanas.
Y afuera se pasean,
de una
en una,
las dos
de la mañana.
Poemas bajo tierra, Lima 1960

0 comentarios