TE QUIERO
- ¡Yo bien sé que tú me quieres;
qué tus ojos no me engañan;!
tan solo se mira así
si el alma está enamorada.
Ella nada respondió,
pero le invadió el temor
a ser de nuevo burlada.
Llena de desasosiego,
sin cruzar una palabra,
le acarició dulcemente
con la última mirada.
Dos lágrimas de cristal
de sus ojos se escapaban.
Entre sus labios, prendidas,
dos palabras secuestradas.
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